Yoga para niños es una disciplina adaptada y adecuada para los más pequeños. El secreto de las clases es que sean entretenidas, lúdicas y divertidas, que supongan un reto para los pequeños, mientras desarrollan habilidades como la concentración, la atención, la disciplina, el esfuerzo, la memoria y la relajación.
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El yoga es una actividad que se puede adaptar a niños de cualquier edad: la madre o el padre pueden empezar a practicarlo con el bebé y poco a poco ir evolucionando con el niño a medida que crece. Podemos pensar que es una actividad para niños tranquilos, pero se adapta a niños más nerviosos y puede ayudarles mucho a tranquilizarse y hacer que se diviertan a la vez.
Lo más aconsejable de una clase de yoga para niños es que no haya más de quince niños y que vayan sin sus padres si ya tienen unos siete años. Esto evitará distracciones y aumentará su concentración.
Deben vestirse de forma cómoda y la clase se desarrollará en un lugar tranquilo y ventilado. Se puede utilizar música para estimular la imaginación, la creatividad y la relajación de los niños. Cada niño puede utilizar una colchoneta y lo ideal es que estén descalzos o con calcetines.
La clase debe adaptarse a la forma de ser de los niños, por lo que hay que dedicar un tiempo a conocerlos para elaborar los ejercicios adecuados y buscar formas creativas de estimularlos con juegos durante la sesión.
El objetivo esencial es que aprendan a mantener una actitud positiva ante la vida, que sean felices, que disfruten, que se conozcan a sí mismos y, sobre todo, que se lo pasen bien.
La práctica del yoga para niños aporta numerosos beneficios como los siguientes:
Mejora la postura. Mediante el yoga se fomentan los buenos hábitos a la hora de sentarse, de andar, de estudiar, de practicar deporte, etc. Esto favorecerá al niño en su rutina diaria.
Aumento de la autoestima. El conocimiento de uno mismo que proporciona el yoga puede ayudar a mejorar la autoestima del niño, que aprenderá a apreciar sus defectos y sus virtudes.
Calma y relajación. El control de la respiración, la forma de notar como el aire pasa por el cuerpo, son formas de aportar calma al niño.
Concentración. La práctica del yoga exige concentración, por lo que el niño aprenderá a no distraerse al realizar esta actividad y podrá utilizar esa habilidad a la hora de estudiar, por ejemplo.
Diversión. La diversión no puede faltar cuando se trata de niños. Cada postura se asocia a un animal o a un elemento natural, por lo que los niños se divertirán imitando a la rana, al cisne o al escorpión.
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