Yin Yang Yoga es el yoga del equilibrio. Yin y Yang son conceptos que provienen del taoísmo y representan la dualidad que existe en las cosas. Yin y Yang son dos fuerzas opuestas y complementarias, que forman un equilibrio dinámico.
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Los conceptos de yin y yang vienen del taoísmo, donde se entienden como cualidades energéticas opuestas pero complementarias e inseparables. Quienes practicamos Yin y Yang yoga somos conscientes de cómo interactúan entre sí para guiarnos hacia la homeostasis.
Todos los estilos de yoga tienen aspectos yang y otros yin. Sin embargo, el Yin yoga es un estilo de yoga claramente formulado desde sus inicios por Paul Grilley. En contraposición a las prácticas dinámicas como serían Ashtanga, Vinyasa, Hatha, Rocket, Dharma, Jivamukti, etc.
El origen de yin yang nace de una escuela y corriente espiritual y filosófica china, muy probablemente entre el año 700 y el 220 antes de Cristo. El origen de las palabras yin yang, aunque no existe un consenso, parece tener lugar en dos caracteres chinos tradicionales, el yīn y de yang. El yīn se refiere a la luna, a la oscuridad, al área más sombría de una montaña, mientras que el yang hace referencia al sol, a la luminosidad, a la parte más soleada de esa misma montaña. Penumbra y claridad se contraponen y se complementan en el origen del yin yang.
El origen de yin yang se encuentra con la medicina china. La medicina china propone, por ejemplo, equilibrar el exceso de yang de nuestros días con dosis equivalentes de yin. Esto podría aplicarse a través de la práctica de yin yoga o yoga restaurativo.
La filosofía china Tao (o Dao), se fundamenta en el yin y yang y en las dos energías vitales y opuestas que se derivan de ella, de cuya contraposición emerge la armonía.
Las cualidades Yin son internas, pasivas, frías y hacia abajo.
Las características Yang son externas, dinámicas, cálidas y hacia arriba.
En el cuerpo, el Yin serían los tejidos conectivos y, el Yang, los músculos o la sangre. En yoga, estamos constantemente equilibrando las energías Yin y Yang. Así pues:
La energía Yin es la de la relajación y expansión. Ocurre principalmente en la meditación o relajación final, cuando el cuerpo se distiende con la respiración lenta, como en la práctica de yin yoga o el yoga restaurativo.
La energía Yang es la energía muscular y de contracción. Está muy presente en las secuencias dinámicas y posturas de yoga con mayor activación muscular, como en los estilos vinyasa, ashtanga o anusara.
En una práctica de Yang yoga, observar la respiración y mantenerla relajada podría ser el aspecto yin; mientras que en una práctica de Yin yoga, mantener la mente presente durante un asana de varios podría ser su punto yang.
En cualquier caso, nuestras prácticas yóguicas se benefician de incluir ambos aspectos, pues quedarse solo en uno de los dos extremos nos abocaría al desequilibrio: demasiada relajación y nos estancaríamos; demasiado esfuerzo y nos estresaríamos.
La propia práctica del yoga se convierte en la representación del yin y el yang. En las clases equilibramos estas energías: empezamos con unos minutos tranquilos para llevar la atención a la presencia individual, seguimos con secuencias dinámicas en un momento más yang y, poco a poco, ralentizamos el ritmo para acabar con una relajación muy yin para compensar la tensión anterior.
Práctica de Yang:
Práctica de Yin:
Las posturas de Yin yoga inciden sobre el tejido fascial, que forma parte tanto de la musculatura (miofascia) como de las articulaciones (ligamentos y tendones), con el fin de estimular y aportar movilidad y estabilidad.
Si hacemos el Yang yoga antes y la musculatura ya se ha sometido a tensión, el estímulo posterior del Yin se dirige a un área más reducida y más cercana a la articulación misma.
Si tenemos en cuenta que todos los yogas buscan potenciar y mejorar la calidad de nuestra energía vital, una buena forma de elegir sería reconocer qué tipo de práctica nos sirve mejor energéticamente en un momento dado.
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